Autor: Alejandro Martín Caballero
Técnica: Acuarela sobre papel
“Es nuestra merced de mandar edificar un monasterio que se llame San Francisco, en la parte donde tenía asentamiento real el marqués de Cádiz. Por ende, mandamos que sea señalado un sitio, con todo menester para el dicho monasterio” Firmado, Isabel y Fernando.
En 1485 es conquistada la ciudad de Ronda, ya por entonces los anales de la historia hablan de una procesión a modo triunfal y la restauración del culto cristiano en la colegiata, el espíritu Santo y San Juan de Letrán en el campillo. En el 1505 se construye el convento de san Francisco para conmemorar el lugar que ocupó el Rey Fernando el Católico durante el asedio a la ciudad. 70 años después, en el 1574 se erige la Hermandad del Santo Sepulcro de Ronda, una de las más antiguas de nuestra tierra.
Entonces, la hermandad, formada por hombres y mujeres, sería un faro de luz perpetuo para el mundo cofrade rondeño, pues marcaría el estilo de una semana santa particular y única, siendo ejemplo y asentando los pilares de lo que hoy, tantos siglos después, conocemos como hermandades rondeñas. Hace 450 años que un grupo de Rondeños, movidos por la fe y la piedad, se podría decir que “fundaron”, la Semana Santa rondeña.
Estos datos, que parecen ajenos al cartel, son fruto de un arduo trabajo de estudio y dedicación que durante meses han ido forjando este cartel, pues desde que allá por abril la Hermandad decidiera solicitarme presupuesto para el mismo, han sido meses de estudio para poder hacer una propuesta a la altura del magno evento que se nos abre desde hoy; y es que la ingente cantidad de información generaban un sinfín de ideas que habrían dado para centenares de carteles; pero este es el que el corazón dictaminó más elocuente.
La importancia de que el convento de San Francisco fuera la sede primera de esta Hermandad no podía pasarse por alto, y por ello, a modo de marco, está presente en el fondo del cartel. El carácter franciscano de la Hermandad es indisoluble y marca la identidad de la misma. Si bien el convento originario actualmente está desacralizado, anacrónicamente y como un bello círculo o metáfora en el tiempo, Dios ha querido que la rama femenina siga presente en el hoy de esta cofradía. Sor nieves y tantas otras, siguen siendo las herederas de San Francisco que con tanto cariño cuidan y velan por vosotros.
El icónico portón gótico del convento de san francisco viene a ser un gran retablo para la escena principal, pero el carácter franciscano no sólo está representado por él: como puntos cardinales de la estructura del cartel, maría al pie de la cruz. La madre dolorosa estaba junto a la cruz lacrimosa.
Una gran cruz de Jerusalén viene a dividir el cartel potenciando la estructura las proporciones básicas que lo conforman. El rojo intenso que es el color de la Hermandad nos remite a los primeros hermanos de sangre, de los que las primitivas reglas hablan. El Rojo no sólo hace
referencia a la Sangre redentora de Nuestro Señor, gran devoción entonces; El rojo era realeza, pero también es signo de los primeros
hermanos de la Hermandad, los famosos hermanos de sangre o flagelantes que existían también en nuestra Semana Santa y que el tiempo ha hecho desaparecer. El rojo intenso de la gran cruz de Jerusalén que se super pone al portón de San Francisco, no solo representa el escudo de esta hermandad, además de todo lo dicho; También nos habla de tierra santa y sus custodios desde 1217, los franciscanos. La riqueza de tantos guiños a las raíces franciscanas era indispensable que estuviera presente en esta pintura, pues no se comprendería el Santo Entierro de hoy sin la feliz memoria del pasado. La comprensión y promoción de los símbolos y la estética que hemos heredado, es una oda a nuestra identidad como hijos de Dios, e hijos de San Francisco, a pesar de que las corrientes artísticas del S. XX hayan despojado de discurso e identidad el arte.
Pero siguiendo con el desgranamiento de la pintura, el eje central del mismo viene marcado por Ntra. Sra. De la Soledad. Era indispensable que los titulares aparecieran en el mismo, no por capricho personal ni por decisión de la comisión, sino porque son el hoy de esta centenaria
hermandad. El estudio previo tuvo como fin, sin éxito, intentar ahondar en los antiguos titulares que el voraz fuego del odio que nos dividió entre hermanos, nos arrebató, aquellos fatídicos años treinta del pasado siglo.
En el centro, como si de un stabat mater se tratase, la virgen de la soledad aparece con la iconografía del único vestigio visual: la antigua pintura del estandarte, una de esas insignias más antiguas que aún se conservan y salidas del taller de la duquesa de Parcent. La Virgen porta en su manoizquierda corona de espinas y flor de la pasión que se rescatan de esas imágenes de la advocación en el S. XVIII, así como gran pañuelo en la mano derecha o corazón con siete puñales. Es un recurrir constante a guiños históricos de esta Hdad.
Creando una atmósfera intimista, inspirada en la obra de Adolphe Bouguereau, soledad aparece flanqueada por dos ángeles, acentuando
esta advocación donde el dolor de la Virgen santísima es el centro de toda la composición.
Al pie de la madre yace el cuerpo de su hijo muerto, inerte, desde una visión de semi perfil y adaptando la morfología al espacio para dar cabida a todo el cuerpo, y rompiendo así la verticalidad de todos los elementos del cartel.
Finalmente, la tipografía utilizada en la fuente de texto de esta pintura está extraida de los textos góticos de las primeras reglas de la Hermandad que se conservan en la real maestranza. Ellas son el origen de todo lo que empezamos a celebrar desde hoy. Quería con este gesto poner en valor una joya documental de nuestra ciudad que nos habla de cómo éramos hace 450 años.
Para ir terminando, quisiera resaltar que las tonalidades elegidas para el cartel son colores tierra, predominando el negro y el rojo, colores de esta hermandad.
No he de negar que he sido muy exigente conmigo mismo a la hora de poder resumir tantos años de historia en una simple pintura. Y que
ciertamente suponía un reto personal, pues no quería un cartel de semana santa; Y he de agradecer a la comisión no solo el trato, sino las facilidades prestadas para poder trabajar. A miguel y Manolo, cabezas visibles de un gran equipo que tienen detrás, A Pablo, que me ha estado guiando por la Historia de la Hermandad y que ha sido enriquecedor para ambos, seguro; a Adrián que me ha facilitado tantas fotos como necesitara y tantos otros que han hecho viable esta realidad.
Hermanos, somos el presente continuo de un tiempo pasado, herederosde grandes ideas que dieron forma a lo que tenemos hoy, y eso he
intentado plasmar. Seguir mimando esta bendita herencia. Para la historia queda esta pintura que ahora es vuestra.
Gracias.